Uno nunca sabe con seguridad el impacto que su comportamiento está teniendo en los demás. Todos tenemos puntos ciegos. El hecho de que las opiniones ajenas actúen como freno o como impulso depende tanto de la persona que emite el mensaje como también de quien lo recibe.
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Si, en estas situaciones, una persona adopta una actitud defensiva rebotará inmediatamente esa imagen que se recibe de las personas del entorno y la persona se verá privada a su vez de la oportunidad de aprender de ella.
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Es evidente que los demás pueden percibir de nosotros cosas que a uno mismo le pasan inadvertidas. Compartir esa visión recíproca ayuda a las personas a obtener una perspectiva más amplia. Aprender a reconocerse en el espejo que nos ofrecen los demás es clave para crecer y, además, convierte la relación en un espacio que permite a los miembros del equipo enriquecerse mutuamente.
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