20 diciembre 2005

La falacia de sentirse motivado


Cada uno de nosotros es responsable de su propia motivación. Esperar que nos motiven es una forma de engañarnos a nosotros mismos y de esconder nuestras debilidades e incompetencias.
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Una persona no puede motivar a otra; cada persona se puede y se debe motivar a sí misma. La única manera de conseguir que alguien haga algo es que lo quiera hacer.
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Cada uno de nosotros somos responsables de nuestra propia motivación. Lo que sí podemos es contribuir a crear el clima adecuado que ayude a la motivación.
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Ahí es donde tienen ventajas las empresas que fomentan el sentimiento de pertenencia, que ofrecen una retribución digna, donde existen posibilidades de promoción, y donde las personas pueden sentirse útiles y orgullosas de lo que hacen.

10 diciembre 2005

El absentismo presencial


Las empresas en general tienen muy estudiado, y medido, el absentismo laboral. Pero hay una modalidad que escapa a las estadísticas: el absentismo presencial.

Se trata de empleados que acuden a sus trabajos pero dedican una parte de su jornada laboral a realizar actividades que nada tienen que ver con la labor encomendada.

Algunos ejemplos: leer el periódico, tomar cafés, hacer corrillos, ir a fumar a otros espacios, usar el teléfono, utilizar internet, ir al baño, consultar llamadas de móvil o enviar SMS, etc.

Un sólo dato explica la magnitud del fenómeno: en un estudio realizado con trabajadores de distintas empresas se comprobó que sólo el 2 % de los empleados de esas organizaciones utilizaban internet exclusivamente para cuestiones de la empresa.

Esta realidad (que no tendencia) lleva a la acuñación de un nuevo término: la "presencia ausente".

Resulta interesente analizar, en un equipo de trabajo, hasta qué punto todos estamos "presentes presentes" porque, sin duda, eso tendrá que ver con la eficiencia del mismo.

01 diciembre 2005

Cosas de las percepciones


Si describimos a una persona como cálida, inteligente, ambiciosa y juiciosa, los demás obtienen un tipo de imagen de ella.
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Si describimos a otra persona como fría, ambiciosa, juiciosa e inteligente, probablemente obtendrán una imagen de un tipo muy diferente de persona.
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Sin embargo, sólo hemos cambiado una palabra y el orden de otras dos. El tipo de preparación que un adjetivo da a los que siguen es tremendamente eficaz para determinar qué significado se les dará.
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El término "juicioso" puede significar juicioso con los demás o quizá racional cuando se aplica a una persona cálida hacia la que ya hemos aceptado una orientación positiva. Sin embargo, si se aplica a una persona fría, el mismo término puede significar pensativo, calculador, inspirador.
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Deberíamos ser conscientes del grado en que un conjunto de observaciones sobre una persona pueden llevarnos a conclusiones erróneas sobre su otro comportamiento.